La vida comienza, después del lenguaje. (Sobre mi relación con Osho)

Cuando era chico, tenía una atracción especial por todo lo espiritual: tomaba las revistas de terapias naturales de mi madre y practicaba los movimientos físicos de Tai Chi, hasta luego enterarme que había un grupo de práctica en mi ciudad y comencé mis prácticas concretas. Esto fue a mis 11 años de edad.

Ya antes. 9 o 10 años mi madre me llevaba a meditaciones grupales donde me ponía a hablar y tenía la atención de todxs.

En esos momentos no lo sabría pero ahora me doy cuenta que hacía lo que llamó “canalizar energía”, es decir, hablar, pero siguiendo percepciones internas que te llevan a una zona desconocida pero que luego terminan con una conclusión de carácter trascendente. 

Esto según los estándares y la lógica espiritual o «new age».

No es algo distinto a lo que hago cuando escribo, donde lo que me lleva es un torrente de palabras que no sé donde van a terminar. Incluso hablando con gente, muchas veces les digo cosas que luego no me acuerdo, pero que quedan grabadas en ellas.

Para mi es siempre la misma voz, es como mi verdadero yo enchufado desde la nuca hacia arriba a 220. Luego esto pude conceptualizarlo con la idea de la «voz interna». Una voz que siempre te da energía, te abre y fortalece.

Fue en ese grupo de Tai Chi, donde la que luego sería mi profesora de canto, me pasó un libro de Osho, llamado “Coraje”, este libro me marcaría para siempre, no por el libro en sí sino por Osho.

Práctica de Tai Chi Chuan estilo Wu con el Sifu Mauricio Vilugron. Practiqué desde los 11 a 14 años. Laguna Don Tomás, Santa Rosa, La Pampa.

Mi etapa Osho

Mi etapa Osho fue desde los 12 hasta los 19 aproximadamente. Literalmente me devoraba todo lo que me encontraba de él, y hacía sus meditaciones. Nunca pude realizarlas con la energía que me hubiera gustado, se necesitan condiciones especiales como un lugar amplia adecuado y unx instructorx que te cuide en el proceso.

Recuerdo haber llamado al centro Luz de Luna en Buenos Aires para traer las meditaciones a mi ciudad. Lo bueno es que éstas, una vez prendidas, podes guiarlas, es decir, no hay restricciones muy grandes, más que las condiciones para ser instructor y cuidar de los demás en el proceso.

Una vez con mis vecinos organicé una meditación Osho en el garaje de mi casa. Los resultados fueron llamativos, nada extravagante pero teníamos sensaciones que luego charlamos.

Obviamente en un momento estaba fanatizado.

Es que sinceramente Osho daba en la nuca o en el punto neurálgico de todo en lo que yo conocía como “vida”. Realmente pensaba, esto toca realmente TODO.

Lo que creo en mí una cierta separación con el mundo cotidiano de las personas que me rodean, y una nueva conexión con las capacidades de mi cuerpo, mi respiración y mis estados de conciencia.

Luego entendí que el fanatismo es, según una definición propia, creer que algo es lo único. 

Persistencia y un Moksha

El punto cúlmine fue cuando estuve bastante tiempo haciendo una meditación que se llama Vipassana.

Hay que decir algo, Osho toma de todas las religiones y prácticas que ha podido, del mundo.

La principal que ha tomado y sea ha identificado, es con el Budismo ZEN, que es la mezcla que se hace en Japón, entre el Taoísmo que viene de Lao Tsé y su libro el Tao Te King, junto al budismo, de Gautama Buda, dan origen en Japón al Budismo Zen.

El reverso del libro que acompaña las cartas de tarot Osho Zen (realmente tomó todo, hasta el Tarot) dice:

Ante la vida
la actitud del zen
es la de reír
vivir
disfrutar
celebrar.
El zen no va en contra de la vida
es la afirmación de la vida
es la aceptación de todo lo que hay.

This Very Body The Buddha

O sea, es el antipuritarismo cristiano represivo sexual y es la aceptación de todo lo que hay.

Sexo, drogas, rock and roll, cuando se dice todo es TODO. Todo lo que pulsa hacia la vida, eso está claro, pero es un camino antirrepresivo, es de aceptación.

Todo esto atraía un gran alivio hacia mi, que era un adolescente, en búsqueda de su sexualidad, y en una ciudad que está literalmente en un pozo.

Bueno, una vez estaba practicando exhaustivamente esta meditación, que consiste es ser consciente de tu respiración en todo momento, iba caminando hacia el colegio, que quedaba a unas cuadras de mi casa, y en uno de esos momentos, lo voy a decir en Haiku:

Caminar a la escuela
en la madrugada antes del sol
ver el cielo estrellado
entre las hojas de los árboles
y con el crackeo de las hojas secas
debajo de mis pies,
darme cuenta de todo
más allá de las palabras.

Bueno me pasé, ya no es un Haiku, pero en fin. Fue ver el cielo entre las hojas de los árboles, sentir el sonido de las hojas debajo de mis pies, y sentir literalmente que se me destapaba la cabeza y que yo estaba literalmente en ese cacho de cielo azulino previa al amanecer, en cuerpo, más allá de las palabras.

Fue lo que osho llamaba Moksha, una especie de pequeña iluminación instantánea. Me quedé un rato ahí y luego seguí caminando.

Ese punto fue un punto ancla para mi, desde ese momento siento que me puede llevar a estados cercanos a ese a voluntad, pero sin darle mucha importancia, ya que se siente todo lo contrario a la importancia.

En fin, ese punto ancla, me hizo entender todo Osho. El estado que él le llama NO-MENTE es ese estado: un sentido de conexión literal con el universo pero fuera del lenguaje, es decir, sin en tu cabeza llamarlo universo, sino sintiéndolo en el cuerpo, es una sensación de expansión sin límites y con un sentido de realidad que nunca antes había experimentado.

Encuentro con un amigo de Osho

En mis ganas de comenzar a hacer las meditaciones de Osho, me llevaron a un maestro que viajaba al sur constantemente desde mi ciudad natal, que es Santa Rosa, La Pampa.

Este hombre, había vivido muchos años con Osho, parece que era alguien bastante cercano, en su comunidad en Poona, India (la que hizo antes y después de la experiencia que se ve en la serie de Netflix «Wild Wild Country».

Lo rastree por varios días, hasta que en un momento fui al salón donde daba clases. Golpee y entré. Cuando entré, había unas, no sé, 20 personas aproximadamente, sentadas en mats de yoga, todas mirando hacia el centro, apoyadas en paredes, con imágenes de Cristo y de Buda.

Me hizo entrar y cerrar la puerta, todos me miraban. Sinceramente no esperaba para nada esa situación, pero mi inmunología escénica me hizo mantener el control. Este maestro estaba hacia el final de salón, sentado en posición de indiecito o de buda.

Me preguntó el nombre, y mis datos. Le conté. Luego me dijo por qué venía.

-Vengo porque quiero aprender las técnicas de Osho-
El maestro se rió con una carcajada y me dijo – Osho era enemigo de todas las técnicas –
Yo revolee los ojos para arriba y dije, -bueno, quiero aprender sus meditaciones-
-¿Y por qué querés aprenderlas?
-Porque lo sigo, y hace poco me pasó algo…-
-¿Qué te pasó?- me dijo, interrumpiéndome
Y ahí le conté la misma experiencia que les conté a ustedes recién.

En ese momento dejó de preguntarme a mí, miró a la gente y les dijo:- ven, de esto les hablaba.-

Es decir, evidentemente me tomo como ejemplo de ese estado del que seguramente estaban hablando, el estado fuera de la mente.

Eso fue un corte en mi búsqueda. Sabía que a esa edad, y en esa ciudad y con los recursos que tenía, no iba a poder tener una experiencia Osho completa, con todas las meditaciones.

Por lo que me limite a hacer lo que pudiera, y leer todo lo que pudiera, y tratar de repetir ese estado hasta extenderlo e iluminarse completamente.

Me quiero iluminar

Todos esos años fueron para mí la ambición de querer iluminarme (una etapa que pasa cualquier fan «new age»).

Literalmente tenía miedo de no poder hacerlo en esta vida.

Hoy ya veo eso con ojos completamente distintos por una serie de motivos: lo principal es que queres iluminarse es el camino contrario al estado de iluminación. Porque el moverse en una dirección es lo contrario a ir hacia dentro, que es más un estar donde estás en la situación que estás, pero con una profundidad que indefectiblemente te da cierta cualidad lumínica.

“La luz” es la salida de la confusión que constantemente nuestra cabeza máquina, es un “salir de Matrix” en términos de la saga que cambió la vida de generaciones.

La Matrix es el lenguaje, y los pensamientos son los bulbos que nos sacan energía para estar en el estado en que en realidad estamos constantemente, un estado de iluminación natural, el estado “búdico” que subyace a todas nuestras ambiciones.

Es ese estado que les comenté, en mínimo. Yo no me considero “iluminado” de forma rotunda.

Si que me acuerdo algunos caminos para volver a un estado fuera de la Mátrix, y eso es lo que intento trabajar con todo esto que ustedes ven acá.

Pero lo interesante no es hablar de mí, aunque yo quiero lograr cierto grado de sinceridad con quienes estén interesado en este camino propio que voy compartiendo.

Necesito sacarme todo, por eso quiero ir hacia un concepto clave que aparece en la serie de Netflix de Osho, que se llama Wild Wild Country.

Salvaje, salvaje país

Les voy a contar dos historias simultáneas, porque así me lo dicta el espíritu mío en este momento. Es una historia sobre el fanatismo es todas sus caras.

Cuando conocí a Osho yo era muy chico, tenía aproximadamente 12 años y me duró todo hasta los 18, por unos eventos que les contaré a continuación.
Querer iluminarse no es fácil: prácticamente te quedás sin amigos porque, o encontras algunos que estén en la misma, o directamente tenés discusiones de todo tipo con los que no están de acuerdo (acuerdo viene de cor que es corazón, es decir con los que no están en misma vibra de corazón) a la vez, meditar te lleva a estados subyacentes de tu Mátrix, y eso crea distancia con mecanismos con los que probablemente tus amigos o entorno estén inmersos. A la vez, al ego, no hay quien lo controle, probablemente te sientas “superior” por ver todo esto, y eso es otra traba más. Es decir, es difícil evolucionar en consciencia y no trabarse más en el camino. Yo ahora que pasé por eso insisto que el camino es la sobriedad y la simpleza, nada de dramas no fenómenos de colores en el cielo que te indican que estás iluminado y eres especial. No importas un carajo, puedes morirte mañana que tus amigos irán a trabajar igual y todo seguirá igual, pero no por eso eres menos valioso: son cosas distintas carajo, es el puto camino del medio, NO TE VAYAS A LOS EXTREMOS.

En búsqueda de un nuevo encaje

Yo tenía 16 años, me había enamorado de una amiga con la cual a la vez tenía apasionadas discusiones que me condicionaron por años. Una cosa compleja que decidí abandonar antes de que me consumiera en un matete de emociones de las cuales ya no me interesaba participar. En fin. había comenzado a hacer una banda de música por un llamado del destino, que casualmente se llamaba CLAROSCURO. Bien. Bien para la época y lo que les voy a contar. Esto me llevó a hacer amigos. Amigos de música, y nuevos amigos de secundario porque me había mudado de colegio. Un grupo de 15 aproximadamente. Divino grupo. Por fin estaba con chicos de mi edad. En ese grupo me había enamorado de otra chica que tenía novio. Estaba condenado al desastre y el sufrimiento, recuerdo que lloraba con escalofríos que no sabía de dónde venían. Eso ya no era para mi por amor, eso me había despertado algo más profundo que me estremecía hasta los cimientos del alma. En fin. Si lloraba yo me entregaba. Siempre pedía protección espiritual, pero eso no me exentaba de experiencias fuertes en mi cuerpo.
En fin llegó un momento en que no quize tener más amigas mujeres, me había cansado de tantas emociones juntas. Quería liviandad y testosterona, pavada de adolescentes, drogas si era posible, y vestirme de indie, bailar. Quería vivir. Quería alegría jodona sin límites.
Ahí conocí un grupo de amigos rockeros, que aún conservo, y que fueron y son para mí muy importantes hasta hoy en día. Ese grupo me cambió la vida por varios motivos. Por fin estaba con mi sexo, por más que yo fuera un putito sensible y escondido, me sentía bien entre varones, sin mujeres a la vista.
Ya acá, por más que quería iluminarme, aparecieron cosas en mi camino que me sacarían el “fanatismo” y me mostraría un espejo difícil de tragar.

Sahaja Yoga

Eso fue cuando mis amigos comenzaron a realizar meditaciones. Yo estaba feliz, por fin mis amigos alcohólicos rockeros y drogadictos verían un poco sobre mi mundo, sabrían lo que era meditar y llegar a esos estados, estaba emocionado.
Pero duró poco, yo estaba conflictuado porque Osho me decía: no sigas a nadie, encuentra tu luz, detesta a cualquiera que quiera ayudarte y facilitarte el camino, tienes que encontrar tu luz. Prácticamente me estaba pidiendo que lo deje. Decía: la gran piedra del discípulo es el maestro. Es la barca después de cruzar el río. No puedes llevarla contigo, debes dejarla en el río.
Esto me desesperaba, yo quería seguir teniendo una guía, pero ya leía Osho y me aburria prácticamente, ya me lo sabía. No podía.
En esa intersección, voy a una meditación de Sahaja Yoga en el CMC, Centro Municipal de Cultura, donde prácticamente yo había ejercido mucho de mi crecimiento cultural, como las clases de Tai Chi.
Cuando llegó, estaba la foto de una señora fea y gorda con un punto grande y rojo en la cara, un cuadro. Meditamos sí, pero rindiendo culto a la imagen de Shri Mataji Nirmala Devi, una “iluminada”. La técnica estaba buena, funcionaba, consistía en sanar los chakras del cuerpo con afirmaciones hasta hacer subir la energía de la kundalini hasta el séptimo chakra. Pero estaba esa señora gorda mirándome ahí. Que verga, pensaba por dentro. Le estamos dando poder a esta mina.
Sí, a lo ciencia ficción, si damos energía a una foto, para mi, le damos energía a esa persona. Por eso el brazo derecho levantado en el nazismo, como una antena, para dar tu voluntad, tu derecha, a una persona, el führer en ese entonces.
Carajo, qué atolladero. Mis amigos consumidos por una secta. Se puso del orto todo y perdón el lenguaje pero es la única forma de demostrarles la sensación de conflicto que yo tenía.
Hable con la profesora, que tiempo después dejó de dar las meditaciones y se volvió campeona de fisicoculturismo (fanática a lo que dé lugar de cualquier cosa).
Yo le decía que leía Jiddu Krishnamurti (ya vamos a hablar de él) y Osho, que hacía Reiki, y Tai Chi. Ella me decía que era demoníaco, sólo por hacer esas cosas. Yo me moría de la vergüenza ajena, del espanto, del horror, de todo a la vez y me quedaba sin mis amigos.

Conviviendo con los rojos

Osho luego de estar muchísimos años en India, tenía problemas con el gobierno de la hija de Mahatma Gandhi, Indira Priyadarshini Gandhi. Entonces planea irse a otro país, y sus manos eran sus secretarias. Cambiando de secretaria en un momento de encrucijada, se va a EEUU y compra terrenos en Oregon, el Oeste de EEUU, pleno western norteamericano cristiano recalcitrante.
No les quiero espolear la serie, veanla es muy buena. Cuando apareció, me la devoré. Por en mis años en que me devoraba Osho, supe de esa comunidad. Era la vergüenza del sistema de aguas de EEUU según el autor que había leído. Construyeron una comunidad de 5000 habitantes, expansible o preparada para hospedar unos 150000 en los festivales (que había cada año). Hay cosas que no cuentas en el documental, obviamente, además del mensaje de Osho, que es muy basto también y que te transforma. Los trabajos estaban preparados para que sean de 4 a 5hr, y rotativos, es decir, cada tres meses cambiaban. Esto era para no automatizarse y conservar un grado alto de conciencia que te permitiera meditar mientras trabajar. Conciencia, Vipassana. También el sistema de transportes era reciclado de autos y caminos comprados, y obviamente era gratuito en toda la comunidad. Todas las mañanas inauguraron con la meditación dinámica, que consiste en estadías donde la energía es movida de manera deliberada, para producir una catarsis y luego una liberación, que nos dé lugar a tener un espacio de silencio interno fuerte, hacia el final. Esta meditación es parte de una serie de meditaciones activas, necesarias para sacar toda la basura occidental de represión sexual y lograr un estado que sirva de pista para ascender a el silencio interno. Eran meditaciones que se realizaban con música de deuter un dj alemán. Además la comunidad era agroecológica y autosustentable. Y era necesario, sacarse todos los tabúes sexuales para liberar y traspasar el chakra sexual. Si no cojes lo suficiente y cumples todas tus fantasías, no vas a poder meditar. Apenas tengas espacio vana aparecer esas fantasías reprimidas. Osho colocaba en igual proporción a los sacerdotes y a las putas. Unos se encargaban de reprimir sexualmente otros de hacerse cargo de las fantasías que esas represiones producen. Un negocio redondo. Por eso en estas comunidad había sesiones de sexo libre para liberarse de cualquier represión, y ahí, cuando estés cansado de coger, tenes oportunidad de meditar.
Imaginensé el horror que todo esto que les cuento puede producir en un pueblo del lejano oeste de EEUU…

La captura

La cuestión duró unos dos o tres años, intercalados en mi vivencia en Santa Rosa y La Plata, cuando en grupos nos fuimos a estudiar para allá y convivimos juntos. Notaba cambios notables de actitud en mis amigos, más limpieza, orden, luz, pero estaba siempre la gorda mirándome en cuadritos o imágenes. Era aislante.
Paralelamente, y sin nada que ver pero con todo queriendo, antes de que me vaya a estudiar, una familia amiga, y una amiga mía en concreto, también se vio capturada por una secta cuasi católica liderada por un hombre que andaba con la madre de mi amiga. Todo comenzó con cortejos de flores, y pasó a ser un “camino de iluminación” vestidos de blanco, con mis amigas peladas, y este hombre de pelo largo. El hermano menor dejó de ir a la escuela, hubo una especie de juicio o demanda por parte de la familia, pero el maestro era conocido del juez, por lo que dejaron que los crié en sus casas.
Paralelamente en la ciudad fueron demandados los del Opus Dei, por una secta llamada Servis Trinitatis, donde directamente les sacaban el sueldo a los integrantes y los alimentaban con fiambres, muy mala calidad de trato y cuerpo, en fin, nada que ver pero todo que ver.
Mi reacción luego de cierta lucha, fue dejarlos. Dejé que mi amiga se fuera a esa secta. Sinceramente me lavé las manos, estaba más allá de mi poder. No podía hacer nada, y ¿quién era yo para rescatarlos? esto me domó el ego. Me entregue, voy a hacer mi camino y que se curtan.
Con mis amigos me costó más, pensé en hacerles cartas para que las lean, porque no me iban a brindar discusión en ese momento. La secta, la adicción a un maestro nunca es la respuesta. Mucho menos creer que algo es lo único que hay. En esos momentos medite profundamente sobre la palabra fanatismo, y la conclusión a la que llegué, es que el fanatismo es creer que algo es lo único que hay.

Fanatismo Osho

No voy a hacer spoiler, pero básicamente este constante entre el puritanismo religioso del oeste de EEUU y los sanniasin de Osho (si, se llaman igual que el estado de iluminación de Dragon Ball Z) que quiere decir “buscador”. Literalmente eran “buscadores” en referencia a la iluminación. Los de pueblo los quieren sacar, y ellos se quieren quedar. Lo hacen bajo el mandato de la mano derecha de Osho, que es Sheela, una de las que relata su experiencia en la serie, y que cuenta sobre su proceso en todo esto “teatro de conciencia”. Este es el término que quiero rescatar porque como ya veremos, es sumamente valioso para procesos psicológicos humanos y grupales.
La tensión entre estos actores va en subida hasta que ambos grupos terminan armados y con un escándalo de escala estatal, en Estados Unidos, donde ya estaban bajo el cimbronazo de otras sectas que se habían suicidado en masa en Centro América.
Esta es la parte donde el documental no profundiza, y donde yo tampoco lo voy a hacer, porque es preferible transitar con paciencia ese camino, que es el camino de estudiar a Osho. Realmente Osho es excepcional en sus niveles de análisis de obras como Zaratustra de Nietzsche o el Tao Te King de lao Tsé. Toda la experiencia Osho amerita el tamaño de la experiencia en sí. No es chiste, es profundo, es cosmos, es más, Osho, nombre que adoptó luego de esta experiencia hace referencia a “Oceánico” un término de Richard Willem. Es decir, hay influencia de filosofía occidental, alemana, rusa, además de india, china y japonesa, porque Osho es como un resumen de las experiencias de iluminación, por más que nuestro prejuicios a los Roll Royce no nos permiten digerir contenido. Ese es otro tema, y quiero desde INTENTO incorporar Osho, aunque lentamente, porque vale la pena el tiempo y hay mucho material que tratar. Es decir, es difícil hacerle justicia a Osho sin leerse todo antes y sin hacer las meditación, que son 112 en total. (Esto es sobriedad, el puto medio carajo)

Pero es muy bueno ver en la serie cómo los ciudadanos del pueblo puritano en cuestión, hablan de “la mirada”.
Es que en términos energéticos, una persona iluminada es alguien que ha perdido noción de su “yo” y que se ha conectado, literalmente, desde la percepción, con el universo completo. Cuando hablo de literal, es literal. Es acá cuando el concepto de iluminación o nirvana se sale del occidentalismo. Porque es una experiencia fuera del lenguaje. Osho decía que él cuando estaba sólo, no hablaba consigo mismo. Sino que era conexión, sólo hablaba con sus seguidores, hasta que dejó de hacerlo, unos años antes de mudarse a EEUU porque ya podía conectarse con ellos a través del silencio. También decía que el silencio era una forma superior de comunicación, y sí, yo Le creo.
Si quieren vivenciar algo de este silencio, miren este video de Osho. Él decía que no importaba lo que decía, podía hablar de cualquier cosa por horas, porque lo valioso no era el contenido, sino el lugar, el espacio, el silencio entre las palabras. Cuando habla, es lento (fijense que hasta parpadea conscientemente) porque nuestra atención, al ir en el espacio entre las palabras, crea silencio. La mente para, por la atención. Y de ese modo tenemos la oportunidad de probar el estado de meditación o NOMENTE del que habla.
Entonces, tener un fenómeno así, todos los días, disponible, en conferencia. Venir de una vida aburrida, post cristiana, es entendible el fanatismo. Y la mirada se produce, porque alguien que está iluminado,e s un canal de energía. Literalmente, energía del universo llega al iluminado y se expande a la redonda produciendo una especie de borrachera. Esa borrachera es un “parate” en la rueda repetitiva del discurso interno de quien asiste. Por eso la mirada. En términos de los chamanes del antiguo México, el punto de encaje o estado de conciencia de la persona, es el mismo que el iluminado, hasta que esa persona encuentra su propia iluminación. Por eso esto que se dice el en ZEN y también decía Osho, el mayor obstáculo del discípulo, luego de atravesar el río, es el maestro.

Secta

Mis amigos estaban cada vez más consumidos, y yo era demoníaco, todo mal. Discutía con esta mujer, y ella me decía: ya vas a caer, ya te vas a dar cuenta. Si hoy lee esto, me encantaría con mi ego decirle que la que cayó fue ella. Yo estaba en guerra, literal, pero no iba a ceder, sabía que el fanatismo no era la respuesta, pero lo sabía recién ahí, con toda esta situación.
Finalmente dejé fluir, y mis amigos fueron alejándose del movimiento. Algunos, a mi criterio quedaron confusos, es muy choto, que luego de una experiencia así, uno no pueda acercarse a otras experiencias espirituales sin sabor amargo en la boca. Por lo que también iban a estar cerrados a lo que yo les dijera al respecto. Esto, es un camino en solitario, lo pienso hasta hoy en día.

Teatro de conciencia

Pero quiero traer a colación una parte de la serie, que trae un concepto de Gurdjieff, un místico Ruso de finales del siglo XIX, este término, es teatro de conciencia.
Lo traigo porque a partir de ahora es un estado de conciencia al que invitó a todos, a la hora de ver cualquier evento histórico o evento en donde convergen la psiquis humana grupal.
Sheela, la secretaria de Osho, que no meditaba, que era la empresaria y controlaba todos los pormenores del gran negocio y proyecto de su maestro (para Osho el dinero no es malo sino que es energía espiritual también) se ve presionada entre la defensa de su proyecto, el maestro y presionada por la pérdida de lugar en la vida de este, que ya estaba en víspera de reemplazarla por otra secretaria.
En esa presión, se sale de los canales legales y envenena todo un pueblo con salmonela. Además ponen micrófonos en la casa de Osho, se entera que este quería suicidarse con ayuda de su médico (Osho piensa que la eutanasia es un derecho humano básico, todos deberíamos poder elegir a qué hora cómo cuándo y dónde morir). Quería morir el día del maestro, un día de festival es su comuna.
Ese día Sheela intenta matar, a través de una ayudante a su médico, para que no pudiera asistir a Osho en su muerte.
Ese mismo día, y como producto de toda la presión, Sheela se escapa con sus ayudantes en avión a Alemania.

Osho, luego de tres años en silencio, habla por primera vez con la prensa EstadoUnidense. Ahí comienzan una serie de rondas de prensa, donde Osho incrimina a Sheela por los crímenes cometidos, la cataloga de fascista e indignado piden que inician una persecución. Estaba furioso. Algo que sigue coincidiendo con la filosofía de Osho, que impulsa : si vas a luchar, hazlo hasta el final. Una filosofía de que la salida siempre es ir con todo en la dirección que la vida te ponga.

En ese contexto, surge el concepto de Teatro de Conciencia. Un estado de aceptación donde con cierta distancia, y sin ánimo de juicio, vemos cómo surgen y brotan los inconscientes de todos los implicados en determinado evento histórico o situación de vida.

Cuando mi amiga y su familia fue cooptada, yo entendí que de juzgar a la situación, me estaría cerrando a entender del todo el estado de conciencia en que estaba el otro en cuestión.

El problema del juicio

Los juicios enmarcan lo que es posible para nosotros y lo que no. Es un arma de doble filo, ya que determina nuestro campo de lo posibles. El problema, es que es una interpretación de hechos, no es la realidad sino que es la interpretación propia o grupal de la misma. Hay elección, ya sea propia o de nuestro grupo. Y esa interpretación, que se convierte en juicio, generalmente viene acompañada o resumida en un adjetivo (chanta, asesinos, gurú) lo que sea. Y el juicio no nos permite ver la infinitud del camino delante nuestro. Realmente poder suspender nuestro juicio y tener una duda, investigar sobre el fenómeno, nos abre a algo mucho más complejo y a un estado donde se nos develan secretos. Como el secreto que devela Hannah Arendt al ver los juicios de Nuremberg y caer en la conclusión de la banalidad del mal. El mal funciona en la inconsciencia justificada de lo mediocre del concepto de normalidad. Basta con no poner en duda el complejo de juicios que se presenta ante nosotros para que lo creamos, alimentemos y formemos parte de un arma de destrucción masiva.

Esto es un punto exquisito. Yo ya no tenía más una amiga y cada tanto la veo vestida de blanco con un crucifijo gigante y sé que se dedica a hacer chorizos en un campo y a criar perros, sumisa, pequeña, asqueante en el conformismo y la moralidad particular de su secta.

Pero yo caí en un estado de aceptación. No pienso juzgarla, porque esa experiencia me develó que el camino de la espiritualidad es un sinuoso y peligroso camino donde puedes terminar en el cuento de alguno y no salir nunca más.

Toda esta experiencia le hizo entender a Osho y me hizo entender a mi también, que la respuesta es siempre la conciencia, y la conciencia que sale de uno mismo. Es decir la propiedad de la duda y el discernimiento, no de lo que está bien o mal, porque ese es el terreno de los juicios, sino de la capacidad de recepción de lo infinito. Lo infinito que se abre fuera del juicio y que es un acto de percepción sin interpretación, fuera del lenguaje.

Observar y aceptar no es ser cómplice, observar y aceptar nos permite no mentirnos e ir con el fuego de nuestra duda al porqué de todos los fenómenos psicológicos humanos. Es el puto centro carajo que lo quema todo y devela cada vez más conciencia.

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